SOBRE LA VIOLENCIA EJERCIDA CONTRA LAS MUJERES Y CÓMO COMBATIRLA.

Violencia de género es un término controvertido y no nos gusta. Para empezar genera confusión. En primer lugar, porque géneros hay más de uno (y más de dos, como nos hace notar la teoría queer a partir de las vivencias de todas aquellas personas que no se sienten identificadas con las etiquetas de hombre o mujer) y, en segundo lugar, porque muchos se han empeñado en buscarle tres pies al gato y decir aquello ya tan manido de que “también hay hombres maltratados”.
Y efectivamente los hay (1 hombre por cada 14 mujeres, aunque en una lectura profunda de las estadísticas descubrimos este maltrato es ejercido también por hombres, padres, hermanos…) pero estos hombres no son maltratados por su condición de ser hombres, y más allá de la diferencia abismal de los datos, la diferencia radica en que las mujeres que son maltratadas lo son por el simple hecho de ser mujeres. Sólo por ser mujeres somos asesinadas, maltratadas, violadas, dentro y fuera del ámbito doméstico. Nos vemos obligadas a sacrificar nuestras carreras profesionales y/o nuestro tiempo libre y proyectos personales para cuidar a nuestros familiares o familiares de nuestras parejas masculinas (lo comentaban montijanas con negocios propios en la página de Facebook Cultura Montijo).
En lo laboral cobramos menos que nuestros compañeros hombres, tenemos menos acceso a puestos de poder… y todo eso también es maltrato.
Si profundizamos y llegamos a la raíz, las causas de todas estas formas de maltrato, de estas violencias, es el machismo. Es por eso que preferimos referirnos a la violencia que sufren las mujeres a causa del machismo como Violencias Machistas en plural, porque engloba desde las formas más sutiles de violencia, aquellas que nos cuesta ver, como el acoso psicológico o el control. Hasta las más evidentes, como el asesinato o la violación. El machismo, como todas sabemos es mucho más que dar un puñetazo, es ese pensamiento que nos prefiere calladas, sumisas, dependientes, serviles, agradables y que tenemos tan sumamente interiorizado que hasta la más feminista de nosotras ha caído más de una vez en comportamientos machistas.
¿Quién no se ha reído alguna vez de un chiste sexista? ¿Por ejemplo, en la asamblea de la AMPA quién no ha escuchado con más atención las ideas de un hombre que las de una mujer? ¿Quién no le regala a una niña una muñeca y a un niño una pelota? ¿Quién no presupone que la caña sin alcohol será para ella? ¿Quién no desconfía de la capacidad para conducir de una mujer?
¿Por qué todo el mundo es machista? Porque todas compartimos una cultura que nos enseña desde pequeñas que los hombres son superiores a las mujeres y son quienes tienen derecho a dominar, mandar, dirigir y ser obedecidos por el hecho de ser hombres. Un estudio estadounidense reciente descubrió que a los 6 años, las niñas se saben “menos brillantes” que sus compañeros niños, así de pronto aprendemos el lugar que nos corresponde en la sociedad. Imaginemos las consecuencias tan nefastas que esto tiene a la hora de configurar nuestra identidad y vivir nuestra vida. La baja autoestima, la inseguridad, los temores… son rasgos que compartimos muchas mujeres y nos hacen especialmente vulnerables a no vivir de acuerdo a nuestros verdaderos deseos y a cualquier tipo de violencia.
Estos estereotipos de género son terriblemente dañinos para nosotras, pero si ampliamos nuestro campo de visión, podemos imaginar todo lo que nos hemos perdido y nos estamos perdiendo como sociedad.
Las violencias contra las mujeres cobran múltiples formas que afectan a la forma de relacionarnos (por ejemplo el control en la pareja, o la sobreprotección paterna), se da en todos los ámbitos (en los medios de comunicación, en la calle, en los bares, en el trabajo, en la escuela, en casa…) a todas horas (mañana, tarde y noche) y aunque los hombres, como grupo dominador, sean los principales ejecutores de estas violencias, está tan arraigada que cualquiera puede ejercerla en mayor o menor grado.Por todo lo anterior, las violencias machistas son un problema social, que nos afecta y compete a todos y todas. Si queremos cambiarlo es necesario que abordemos este problema en comunidad.
En la primavera de 2019 facilitamos el diseño comunitario de la que fue la primera campaña contra la Violencia Machista de Montijo. Por aquella época escribimos para «La Ventana Digital» este artículo que a día de hoy no ha perdido vigencia. Sigue siendo actual en lo descriptivo en cuanto qué es la violencia machista, y también en la que creemos que debe ser la forma de combatirla. 3 años más tarde como Colectivo CALA formamos parte de la #UniónVioleta, una plataforma que aglutina a todas las asociaciones de Alburqueque para combatir la violencia machista desde y en comunidad.
Fotos de Francisco Javier Maya Carrasco, para el archivo de la Asociación Juvenil Sambrona, durante la Jornada de Convivencia del Centro de Asociaciones de Albuerquerque del 19 de noviembre de 2022.