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¿ES DIFÍCIL TRABAJAR LA IGUALDAD?

Hace unos años, no muchos, en un taller con alumnado de secundaria haciendo una dinámica sobre la invisibilización de la mujer en la historia, un alumno de 4º de la ESO se levantó y dijo furiosamente “Pero, ¿qué culpa tengo yo de que no salgan mujeres en los libros de texto?

Ante eso había dos opciones posibles: pensar que el alumno estaba siendo muy susceptible o repensar si las actividades que planteábamos para trabajar la igualdad con adolescentes estaban siendo las adecuadas en el contexto actual. Optamos por la segunda.

Han cambiado muchas cuestiones desde cuando comenzamos a trabajar estos temas hace 20 años. En esa evolución, en los últimos años, nos encontramos a las chicas/mujeres (o al menos parte de ellas), que sí lo consideran un tema esencial y están empoderadas, algunas lo hablan abiertamente y otras se han cansado de sus compañeros y directamente «no entran en el debate» y, por la parte de los chicos, hay quienes siguen «pasando», otros que muestran interés, pero hay un número significativo que tienen una actitud directamente antifeminista (esto viene alentado por la manosfera: incels, movimiento derechos por los hombres…)

¿Qué ha pasado en este camino?

Son varias las causas:

– Se habla del tema, pero muchas veces desde la superficialidad y no, desde lo que sienten/piensan.

– Se ven estos temas como algo impuesto y hay cierto cansancio del tratamiento que les resultan repetitivos. Piensan que el tema de la igualdad es cosa del pasado y de los adultos. No han vivido ciertos procesos de conquistas.

– Muchas veces criticamos, aunque sea indirectamente los modelos que siguen las personas jóvenes: canciones, referentes en las redes sociales…

– Contexto social político polarizado, «cualquier discurso vale».

– Los varones se aferran a un sentimiento identitario. La masculinidad que se ha entendido hasta ahora está en crisis y reciben mensajes contradictorios. Se sienten atacados (culpables de todo lo malo) o viven la situación actual, según sus palabras desde que la «ley favorece a la mujer» (ley de violencia de género; ley del consentimiento…)

– Nos hemos olvidado de trabajar las masculinidades con los chicos y por supuesto hay una falta de referentes igualitarios masculinos.

Ante este panorama, repensamos el enfoque y lo trasladamos a una serie de propuestas de intervención siguiendo estas pautas:

  • Cuando trabajamos la coeducación lo hacemos partiendo de nuestra socialización de género y los mandatos de género (y esto sirve para todas las edades, desde quienes admiramos, a cómo “debe ser socialmente” un hombre o una mujer).

  • Educamos en el conflicto. Si existen malestares, hay que abordarlos para ello hacen falta estrategias, pero no se deben evitar los debates, los conflictos…

  • Educamos para la acción. La idea no es la «charla sobre la igualdad», sino trabajar con ellos/as desde un proceso creativo posterior que se plasmará en diferentes acciones, pero que sirva para que puedan reflexionar sobre sus pensamientos, vivencias, experiencias y que además puedan transmitirlas. Educamos para el cambio, no sólo para que conozcan más.

  • Trabajar(nos) la empatía, incluso con quien aparentemente no la tiene, saber el origen de ese discurso machista, no desde la censura (aunque con un límite básico de derechos humanos), sino desde la escucha y desde un trabajo pedagógico.

  • Usando un enfoque de interseccionalidad, no sólo desde el eje hombre/mujer, sino desde otros ejes: heterosexual/homo/bisexual; urbano/rural; adulto/joven…

  • Trabajando, a veces en grupos separados (las personas que se sienten chicos por una parte y las que se sienten chicas por otra) y otras mixtas.

  • Como estrategia comenzar trabajando el tema con la idea de que el patriarcado nos afecta a todo el mundo (chicos, chicas, no binario, etc.) y no nos deja ser libres, pero terminamos con que, aunque esto ocurra, el hecho de ser varón da una serie de privilegios estructurales y de acción, de los cuáles hay que ser conscientes, los «estructurales» son más difíciles de cambiar, sobre todo a nivel individual (aunque sí podemos «denunciarlo»), pero los de «acción» si podemos trabajarlos.Este artículo fue escrito para la revista EntretoCas del CAS (Colectivos de Acción Solidaria)

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