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MASCULINIDAD Y CUIDADOS

Seguimos con nuestros encuentros por la provincia con el proyecto ¿Cómo aprendemos a ser hombres? financiado por la Diputación de Badajoz.

En esta ocasión estuvimos en Olivenza gracias a la colaboración de la Asociación Limbo Mujeres y a todo el círculo de buenas gentes que rodea los entornos de Limbo. Estuvimos muy bien acogidas en el Centro de Interpretación de Alqueva que nos cedió el Ayuntamiento oliventino con unos diez hombres que estaban interesados en las masculinidades transformadoras.

El tema esta vez, fue el de los cuidados, y nos preguntamos cómo aprendemos a cuidar a las demás y a cuidarnos. Vimos que la empatía y la gestión emocional influyen bastante en estos temas y en eso, los hombres, tenemos mucho que trabajar.

Y es que, eso de los cuidados, no solo habla de personas enfermas, dependientes, bebés… también se refiere a cuidar de nuestras relaciones, nuestros vínculos personales y a nosotros mismos, porque esto de cuidar se hace a diario (o no se hace) y con todas las que nos rodean. Por ejemplo, para sentirnos seguros, para que nos apoyen emocionalmente, para sentirnos acompañados, etc. Y por supuesto, dar cariño, cocinar, comprar, limpiar, pensar y organizar la vida…

Pero ¿en qué pensamos cuando hablamos de cuidados? Solo tienes que irte a google y poner «hombres y cuidados» o «mujeres y cuidados» y verás que para los hombres tiene que ver con lo superficial (cuidarse la apariencia física) y para las mujeres tiene que ver con las tareas de cuidar a los demás (y como carga negativa).

«¡Es que, macho, como te cuidas!»

En nuestra socialización, en nuestra educación diferenciada por género a los hombres nos educan más a correr riesgos y menos en cuidar, en atender a nuestras relaciones, la comunicación, lo emocional… Porque para cuidar de la abuela siempre está la esposa, la tía, la hija…, y sino pues ya pensaremos en el varón (o contratamos a alguien). Y esto nos puede pasar factura cuando nos ponemos enfermos ya que no somos muy buenos pacientes, o cuando llegamos a una edad en la que no tenemos vínculos emocionales intensos con otros hombres, amigos, (y no mencionemos con mujeres) porque la mujer (pensando siempre desde el modelo hegemónico de heteronormatividad) suele cuidar de esas cosas.

Porque ¿entre los hombres nos cuidamos? Parece ser que nuestra masculinidad no nos lo pone fácil. Nos sigue faltando más educación emocional, más feminismo, más referentes y aprender a dignificar los cuidados, valorándolos y responsabilizándonos.

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